Más mujeres trabajan en cooperativas mineras, ganan la mitad que los varones

El sector femenino constituye el 20% en la mayoría de las 1.816 cooperativas del país. Se caracterizan por ser solidarias y por su trabajo de calidad, aunque son discriminadas por los varones individualistas.

La presencia de las mujeres en la minería no es nueva. Ya trabajan en interior mina  antes del siglo pasado. Hace años que son socias de las cooperativas mineras y algunas son trabajadoras de los socios. Otras son parte de las directivas. Lo cierto es que hay más mujeres en la mina, en los ríos y en las faldas de los cerros buscando oro y otros metales  demandados en el mercado internacional.

Solidaridad Network de Suiza realizó un estudio en gran parte del país para “promover una agenda política para mujeres en la minería cooperativista”. Mauricio Winkelried, que dirigió el estudio y que por ahora es sistematizado, adelantó una parte de la investigación a Inversión de Página Siete. 




Uno de los hallazgos es la constatación de más mujeres en las cooperativas mineras. Estima que las mujeres, con edades entre  30 y 45 años, representan entre el 10 y 20% en la mayoría de las más de 1.800 cooperativas existentes en el país, de las cuales más de mil operan en el departamento de La Paz, en su mayoría dedicadas a la búsqueda de oro. “Hay muchas variables dependientes en la minería aurífera, en promedio podrían ganar la mitad de lo que ganan los hombres; en términos referenciales, ganan una fracción de lo que ganan los varones”, dijo Winkelried.

El expresidente de la Comibol y actual analista de la Fundación Jubileo  Héctor Córdova coincide con el investigador y precisa que si un varón gana 1.000 dólares, una mujer gana la mitad, si la cooperativa es formal, pero si la cooperativa trabaja en parajes donde no hay minerales u oro con certeza, es probable que solo alcance a los 200 dólares/mes y si no es menor.

Córdova precisó que la Ley 845 y sus decretos reglamentarios ordenan el trabajo y la distribución equitativa de las ganancias en una cooperativa, sin embargo, lo que hace falta es que el Ministerio de Minería efectúe un control más estricto para evitar las desigualdades entre varones y mujeres.




Mujeres mineras más solidarias

Winkelried dijo que el estudio arrojó algunos hallazgos interesantes, como la falta de acceso de las mujeres a las cooperativas mineras pese a que la presencia femenina es notoria, pero las condiciones no son iguales. “Están expuestas a riesgos más altos en interior mina, son obligadas a buscar a rastras  el mineral”. La tendencia es creciente de las mujeres en las cooperativas mineras, algunas heredaron la membresía de sus esposos difuntos o de sus convivientes, otras compraron acciones. “Son observadas como gente extraña porque el mundo de la cooperativa es machista; las mujeres se quedan con las mujeres y los varones con los varones, cuando están reunidos”, pese a que “el espíritu cooperativista es tratar de igual a todos”.

Las asambleas del sector son las instancias más democráticas, continuó Winkelried, pero a la mujer “se la limita con acciones discriminatorias, de verlas menos o enviarlas a la cocina para que preparen los alimentos”, cuando deberían ser tratadas como socias o trabajadoras mineras, como ocurre con el trato a los varones independientemente de lo que hacen en la mina.

El experto sostuvo que la actividad minera de por sí es para el uso de la “fuerza bruta”, como es el uso de taladros, cargar mineral y el permanente uso de la pala y pico. Sin embargo, continuó, ellas pueden trabajar en labores de palliris, barranquillleras y bateadoras, dijo de otro modo, en el rescate de minerales en desmontes y ríos en el trópico paceño y el oriente del país.




Las madres solteras hacen de mamá y papá, además de trabajar en la cooperativa minera, tienen preparar alimentos, alentar a los hijos en la escuela y prever gastos. “Tienen mayor compromiso con sus familias y con la cooperativa, además de ser solidarias, a diferencia de los varones que son individualistas, egoístas y buscan sus placeres”, dijo Winkelried.


El experto dijo que ellas buscan el “bien mayor” e intentan dar un valor agregado en la cooperativa. Entre algunas conclusiones preliminares, prosiguió, se puede destacar la visibilización mayor de la mujer en una cooperativa minera, avanza la democratización del poder; sin embargo, faltan normas que faciliten el acceso de la mujer al sector, instalaciones sanitarias adecuadas para ellas, acceso a la educación y salud, además de formación en temas de género y cuidado del medioambiente.

Minería aurífera informal

La coordinadora nacional de la Red y de Mujeres Mineras de Bolivia, Ana María Araníbar, sostuvo que la presencia de las mujeres es creciente en los ríos del trópico  paceño, además en los departamentos de Beni y Santa Cruz.




Explicó que muchas mujeres son socias o trabajan en las cooperativas mineras auríferas y  otras son del sector aurífero informal. “En lo que se refiere al sector aurífero informal, las mujeres, que no forman parte de una cooperativa,  tienen una gran presencia como barranquilleras en el norte de La Paz y como  bateadoras en los ríos de  Santa Cruz y Beni”, dijo. Explicó que la presencia de mujeres barranquilleras es creciente en los ríos, en su mayoría no son cooperativistas. “Se juntan, buscan oro en los ríos, recogen su oro y luego ellas mismas comercializan; no trabajan para nadie, el trabajo es individual, lo que encuentran no son grandes cantidades; trabajan por necesidad”.

Araníbar sostuvo que las mujeres barranquilleras o bateadoras están más visibles que antes. Dijo que no hay estudios del número de féminas que se dedican a esta labor pero la presencia es creciente en el país. Winkelried y Araníbar coincidieron por separado que el estudio que se presentará en marzo no solo develará un estado de situación de las mujeres mineras y del sector cooperativista en el país, sino también propuestas de políticas públicas que se complementarán  a las normas existentes en el país.

Dijeron que se pretende formalizar el trabajo informal de las mujeres en los ríos, mejorar las condiciones laborales, las oportunidades económicas, además del acceso a la educación y salud oportunas para sus familias. “El propósito es que no las vean como las que contaminan el medioambiente, sino que trabajan como en cualquier otra fuente laboral, pero que requieren políticas públicas para que su visibilización no sea inútil”, dijo Araníbar. Winkelried recordó que a la fecha se han propuesto 15 políticas públicas que buscan beneficiar a las cooperativas mineras. 




Minería en  cifras

  • Cooperativas  En el país había 1.816 cooperativas mineras hasta  2018, de ellas 1.200 están ubicadas en el departamento de La Paz y, además, de este número un millar   están dedicadas al sector minero aurífero, de acuerdo con la Fundación Jubileo. 
  • Aporte   La importancia de la minería en Bolivia se refleja en su aporte de 5,15%  al PIB y al 30,93% de las exportaciones totales.  La Paz concentra la mayor cantidad de producción aurífera del país y estuvo valorizada en 950 millones de dólares en 2018.
  • Empleo La actividad minera  generó  más de 128 mil empleos en  2016, siendo las cooperativas mineras los mayores empleadores con aproximadamente 90% del total.
  • Economía En lo que concierne a la economía del oro, su importancia se refleja  a través de su contribución a las exportaciones y a la generación de la regalía minera por parte de las cooperativas mineras a nivel nacional, las cuales produjeron un tonelaje valorizado en 36 millones de dólares. 
  •  Ingresos En Bolivia, la explotación de los yacimientos mineros genera entre 2.500 y 4.000 millones de dólares anuales, de los cuales apenas 300 millones de dólares ingresan al Estado, según Jubileo. 

 Punto de vista
Héctor Córdova,  analista de Fundación Jubileo

El cooperativismo es mística

Conozco de cerca a las mujeres del Cerro Rico de Potosí, es muy grave; cuando fallece uno de los socios, tienen cierta solidaridad con la familia, a la mujer la contratan para que sea vigilante, les dan una casa donde guardan dinamita y ahí vive con sus hijos. Cuando por algún motivo se ausenta, al volver se dan cuenta que le han robado cosas. Los de la cooperativa calculan el valor de lo robado y dejan de pagar un sueldo de 1.000 bolivianos/mes. Hacen que trabaje 17 años gratis, como una forma de devolución por lo que se hizo robar. Luego empieza la esclavitud. Después sus hijos a cierta edad ingresan a la mina a trabajar y de esta forma colaboran en la cadena del maltrato. Es impresionante y brutal.

En las cooperativas cada vez hay más mujeres. Antes estaban vetadas porque supuestamente hacían perder la veta y no querían que entre a la mina.  Poco a poco ganaron terreno, ahora lo hacen con mucha más fuerza y calidad que los varones. Los cooperativistas mineros no ganan lo mismo cada mes, dependen del mineral que obtienen. Hay cooperativas bien organizadas, donde todo se vende y se reparte de manera solidaria; hay otras  que se reparten áreas de trabajo y si le toca una buena área, tendrá mucha utilidad, y si le toca un área pobre, están perdidos. 

 La Ley 845 señala que los socios de una cooperativa no pueden tener peones ni obreros, deben ser los socios quienes trabajan; deben repartirse por igual; deben presentar balances de contabilidad al 31 de enero y demostrar que se distribuyeron por igual|. Esta labor exige personal de  contabilidad y las cooperativas  no tienen gente ni fondos para solventar. Estos objetivos no se plasmaron, no es cuestión de normas, sino de control y de mística en el cooperativismo.

FUENTE Página Siete

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