Exportación de materias primas provoca “modesta” generación de empleos

El “boom” de las exportaciones, durante 2005-2014, ha creado empleos solamente “de manera modesta (a tasas menores que el valor agregado de la economía), dado que las ventas externas se han concentrado en sectores poco intensivos en mano de obra”, como hidrocarburos y minería, argumenta una reciente investigación.


Esa es una de las conclusiones principales de un documento de trabajo del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD), elaborado por la directora de dicha institución, Beatriz Muriel, y la investigadora Alejandra Terán, presentado recientemente.

En la investigación, las autoras buscaron conocer cuán importante ha sido el empleo exportador en Bolivia, en el contexto del auge de las materias primas.

El análisis es relevante dado que, históricamente, Bolivia ha basado su economía en la exportación de materias primas como la plata, el estaño y el gas natural, entre otras.




A partir de finales de la década de 1950, y con más énfasis durante la dictadura de Hugo Bánzer en la década de 1970, las refromas estructurales de los 80s y la fase neoliberal de los 90s, se ha buscado “diversificar” las exportaciones con la incorporación de la soya.

Sin embargo, este monocultivo no cambia la poca diversificación y el carácter de materia prima de las exportaciones, y mas bien se suma a la canasta de commodities exportados.

Ello ha implicado continuar y reforzar la tradicionalmente alta vulnerabilidad de la economía, muy dependiente de los ciclos de demanda y los precios internacionales de estos bienes, además del rezago asociado a su bajo nivel de transformación productiva.

Las excepciones verdaderamente diversificadoras y de generación de valor agregado -algo de industria textilera, maderera, cueros-, fueron dejando de ser priorizadas ante el “boom” de las materias primas, ya que ésta generó una bonanza económica con tasas de crecimiento del PIB mayores al 4% en muchos años.

De esta manera, la economía se “reprimarizó”, según explicaba desde hace años el economista Juan Carlos Zuleta, mostrando el retroceso en términos de volver a una mayor concentración de las exportaciones en pocas materias primas con bajo valor agregado, y al debilitamiento de una industria diversificadora muy incipiente.




Si bien el crecimiento económico en los últimos 15 años ha mostrado un importante aumento, gracias a este contexto, otros investigadores han notado que las mejoras en las condiciones laborales de la población trabajadora han sido marginales.

Los problemas de precariedad persisten con mucha fuerza, según han revelado reiteradamente instituciones como el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), o investigadores como Jose Luis Barros, del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).

Es en este contexto que las autoras consideran importante “no solamente evaluar las exportaciones bolivianas en relación a su incidencia sobre el contexto macroeconómico y la transformación productiva, sino también sobre sus resultados en términos laborales”.

Para evaluar el contenido del empleo directo e indirecto en las exportaciones, el estudio construye información con datos de las Cuentas Nacionales de 2005, 2011 y 2014 (último año con información de las matrices insumo-producto), y de los Censos de Población y Vivienda, ambas elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las autoras advierten que el valor de las exportaciones registrada en la base de datos de comercio internacional de INE y las cuentas nacionales del mismo INE son diferentes, porque en esa última “se estiman las transacciones internacionales no registradas en aduanas (Instituto Nacional de Estadística, 2004). Por este motivo, las desagregaciones de exportaciones más finas, como las de nivel país, son estimadas entre ambos tipos de información tomando en cuenta las proporciones respetivas”.





Comportamiento de las exportaciones
Los cálculos de Muriel y Terán para las exportaciones totales bolivianas han sido determinadas a partir de las cuentas nacionales. Entre 2005 y 2014, el valor de estas ventas incrementó a una tasa promedio anual del 17,2%, pero durante 2014-2016 cayeron “de manera importante, aunque con alguna recuperación en los años posteriores”.

En términos del PIB, las exportaciones presentan su mejor desempeño entre los años 2005 y 2012, donde pasan de una participación del 35,5% al 47,2%. En cambio, en los últimos años sufren una caída hasta llegar a un valor del 26% del PIB en 2018.

Tal como apuntan varios expertos, el comportamiento de esta variable macroeconómica se explica por las variaciones de los precios de las materias primas exportadas (influidas por el del petróleo y los minerales, entre otros).

Según Muriel y Terán, entre 2005 y 2014, el porcentaje cae de participación de las manufacturas en las exportaciones bolivianas cae de 31,9% a 18,8% a precios corrientes y de 38,0% a 27,8% a precios de 1990.
Con esto, “se hace evidente la cada vez menor participación de las manufacturas” en la composición de las exportaciones, tanto a precios nominales como reales, “a pesar del buen desempeño de la agro-industria (principalmente con las exportaciones de soya)”, afirman.

Por su parte, los productos de la minería ganan importancia en el año 2011, pero caen posteriormente tanto en términos de precios como de producción, dado un mercado mundial menos favorable para la oferta.

Por último, “la predominancia del sector hidrocarburos –con las ventas de gas natural a Argentina y Brasil– resalta en las proporciones; en especial el año 2014, donde se llega al 50,7% en los datos a precios corrientes y al 44,4% a precios constantes”, señalan las investigadoras.




El empleo en las exportaciones
Para analizar el contenido del empleo en las exportaciones y en el PIB, las autoras del estudio producen índices para facilitar la comparación sobre su evolución, donde toman el año 2005 con un valor de 100 como punto de partida.

“El buen desempeño de las exportaciones en valores se evidencia al pasar de un índice de 100 a 402 entre 2005 y 2014. Mientras que a precios de 1990 este solamente incrementa de 100 a 173 (73%)”, señalan.

En contraposición, Muriel y Terán enfatizan que la creación del empleo exportador “no acompaña el desempeño de las ventas al exterior, ya que aumenta apenas en un 31%, con una tasa de crecimiento anual del 3%. Inclusive la generación de empleo para todo el valor agregado presenta un mejor desempeño (54%)”.

La razón de este “bajo desempeño del empleo exportador” queda en evidencia al analizarse el requerimiento de empleo por unidad de valor exportado (en millones de Bs. de 1990). Las estimaciones muestran que el sector hidrocarburos, que tuvo el mejor desempeño en términos de ventas externas, requiere en promedio cerca de 10 trabajadores por unidad de valor vendido en el periodo analizado. En comparación, el sector agropecuario demanda alrededor de 204 (20,9 veces más) por una unidad de igual valor. Y las manufacturas cerca de 60 (6,2 veces más).

“El sector minero, que también tuvo un buen desempeño en materia de exportaciones, se sitúa en el penúltimo lugar en la generación del empleo por unidad de producto, con un porcentaje cercano al 36% en promedio, aunque todavía más alto que en el caso de hidrocarburos (algo más del triple). Esto explica claramente por qué las exportaciones tuvieron una baja incidencia en la creación de fuentes laborales”, agregan las investigadoras.




Empleos exportadores por sector
Datos complementarios muestran que el último año de análisis (2014), las exportaciones totales permitieron la generación de 729 mil fuentes laborales, de las cuales 400,5 mil fueron empleos directos (que corresponden al 7,6% de la población ocupada).

En todos los años, el contenido de empleos directos e indirectos estimados tuvo una importancia parecida, alrededor del 50%, “con una creación de fuentes laborales tanto en el valor agregado como en el consumo intermedio nacional”.

De acuerdo el trabajo de las autoras, las manufacturas lideran con el mayor porcentaje de generación de mano de obra en todos los años de análisis, “aunque pierden su relevancia en el tiempo, en asociación con la caída de su participación en las exportaciones: en el 2005, el 49,5% del empleo exportador provenía de estas actividades económicas, pero en 2014 cae al 39,8%”.

Los rubros de agricultura y servicios le siguen en importancia y llegan a representar en el año 2014 el 38,9%. En último lugar se encuentran la minería y los hidrocarburos.

“Queda evidente la asociación con la mayor participación de la producción minera destinada a las exportaciones” comparada con hidrocarburos, y que –pese a la caída de sus precios internacionales desde alrededor del 2011– mantiene su relevancia en los últimos años, pasando del 4,6% en 2004 al 12,5% el 2014. En el caso de los hidrocarburos es menor al 10%.

Dentro de lo que son las manufacturas, el sector que lidera tanto en el valor de las exportaciones como en la generación de empleo exportador es “otros productos alimenticios”, donde se encuentran la soya y derivados, y que participan con alrededor del 45%.




Los productos básicos de metales le siguen en importancia en cuanto a su participación sobre las exportaciones (16,3%), pero quedan en quinto lugar en la generación de fuentes laborales (6,1%). “Los textiles, confecciones y cueros y los productos manufacturados diversos ocupan los puestos segundo y tercero en la creación de empleos, pero presentan una participación menos relevante en la composición de las exportaciones”, agregan las autoras.

Cuando se mira las exportaciones y la composición del empleo por bloques de socios comerciales con acuerdos multilaterales, el MERCOSUR presenta la mayor composición de las exportaciones, lo cual se asocia con las exportaciones de gas natural a Brasil y Argentina. En segundo lugar se encuentran las exportaciones al “resto del mundo”, especialmente a EEUU, Chile, Corea del Sur, Japón, Suiza y Reino Unido. En tercer lugar, están los países miembros de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), es decir Colombia, Perú y Ecuador.

El acuerdo ALBA-TCP, “presenta una participación próxima a cero, aunque en este análisis no se incluye Venezuela. Venezuela presentaba una participación importante el año 2005 (5,9%), la cual cayó en 2014 (1,0%)”.

Cuando se evalúa el empleo exportador esto cambia: “La participación de EEUU, Chile, Venezuela, Corea del Sur, Japón, Suiza y Reino Unido llega a tener una proporción altamente significativa, representando el 72,6% en el último año de análisis”, explican.
En segundo lugar, se encuentran los países miembros de la CAN y en tercer lugar aquellos del MERCOSUR. “Las disparidades entre ambas variables responden justamente a las diferencias en requerimiento de empleo por unidad de producto entre los diversos sectores”.

FUENTE El País 

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