Son muchas las veces que este tema ha sido considerado en las columnas de nuestro semanario minero, precisamente difundiendo criterios profesionales, sobre las restricciones financieras para la minería "tradicional", esa que se debate actualmente en los yacimientos de agotamiento paulatino y que no pueden diversificarse por falta de estudios apropiados, carencia de tecnología, falta de planes específicos y por lo mismo con destino incierto, salvando las circunstancias especiales, por ejemplo en el caso del todavía rendidor yacimiento del coloso Posokoni, que da vida a la mina de Huanuni, o el que se trabaja en Colquiri, pero que en todo caso, "tienen los años contados".
El hecho es que de acuerdo a una relación manejada por organismos internacionales sobre el tema de finanzas, los países de la región muestran una inversión asegurada hasta el año 2021, de alrededor de 10 mil millones de dólares, con destino específico al "desarrollo de proyectos mineros". En nuestro país es "risible" el presupuesto asignado para el mismo fin, por lo que no marcharán los planes de prospección y exploración, y demorarán mucho para llegar a la fase de explotación.
Según publicaciones especiales, nuestro país registra la más baja inversión en el sector de la minería en relación con el Brasil, Chile y Perú, países estos que concentran las mayores inversiones de la región para la actividad minera, lo que se desglosa en cifras como, un movimiento parcial de 3 mil a 6 mil millones de dólares lo que se incrementará con algunas inversiones de orden especial en materia de tecnología.
Una publicación de la Fundación Milenio, refiere que el mayor porcentaje de la inversión privada es extranjera y equivale a un 73,3 % en un periodo mayor a quince años desde el 2005. Se aclara que una mayor parte de esa inversión se destinó a cubrir las deudas de Huanuni, el emplazamiento del ingenio Lucianita, que pese al tiempo transcurrido aún no funciona regularmente, una cuota para la instalación del horno Ausmelt en la fundición de Vinto, además de cubrir gastos de la rehabilitación de las fundiciones de Telamayu y Karachipampa, que tampoco funcionan regularmente, es así como se utilizaron algunos fondos.
La inversión en el sector minero privado corresponde desde 2005 a la empresa San Cristóbal, su preparación y explotación, así como mejoras en Manquiri y San Vicente, otras minas potosinas, donde se dispusieron algunos fondos, por lo demás es evidente que la inversión en minería en el caso boliviano es muy reducida comparada con las que se registran en los países vecinos.
La causa es también concreta, faltan normas claras que garanticen seguridad jurídica para las inversiones y permitan el desarrollo de importantes proyectos, bajo iniciativas de expertos industriales mineros, que además proporcionarán tecnología de punta y equipamiento minero de nueva generación. Esa es la situación en materia de inversiones en nuestro medio, carente de instrumentos que nos permitan competir con la vecindad minera.
FUENTE La Patria
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