La amenaza de las dragas asiáticas ha impulsado a los tacanas a involucrarse en la actividad aurífera en busca del sustento para sus familias.
El calor de cerca 40 grados centígrados y la humedad sofocan, y en medio de la selva amazónica unas precarias balsas patrullan el río Madre de Dios. Son indígenas tacanas que dejaron la selva para hacerse mineros y así defender el bosque ante el avance de gigantes dragas chinas que, kilómetros río arriba, drenan el cauce en busca de oro.
“Si me dieran a elegir entre las balsas auríferas -en las que están trabajando nuestros hermanos- y esas enormes dragas chinas, prefiero quedarme con las balsas porque estamos hablando de explotar el oro de manera racional”, dice el presidente de la Central de Comunidades Indígenas Tacanas II del Río Madre de Dios, Rolando Justiniano, sentado al borde del deslizador mientras otea el horizonte.
La amenaza de las dragas chinas en el río Madre de Dios ha impulsado a los tacanas, tradicionalmente recolectores, cazadores y pescadores, a involucrarse en la actividad aurífera en busca del sustento para sus familias, pero también para defender su territorio y preservar la selva de la destrucción, dice Justiniano quien se apresta a navegar desde Las Mercedes.
Las Mercedes es una aldea en medio de la selva que cobija a más de 50 familias dedicadas a la recolección de la castaña, y ahora también a la minería. Se encuentra en la provincia Abel Iturralde del Norte del departamento de La Paz, a 30 kilómetros del cantón Chivé, que forma parte de la Reserva Nacional de Vida Silvestre Amazónica Manuripi de Pando.
El dirigente teme que sólo sea cuestión de tiempo el que la amenaza llegue hasta el Madre de Dios, como ocurre en los ríos del Norte de La Paz, donde la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) ha otorgado derechos mineros a cooperativas y actores privados que a su vez delegan la explotación del oro a empresas chinas.
“Se están dando en concesiones todas las riberas del Madre de Dios para los chinos, tenemos ese informe. Lo hemos visto en la Amazonía de Colombia, de Perú y ahora en el norte de La Paz. Nos han informado que hay dos dragones con mayor potencia destructiva que están siendo preparados, es una amenaza”, asegura.
De acuerdo a la Ley Minera 535, ya no hay concesiones mineras, sino derechos mineros que otorga la AJAM, las anteriores concesiones denominadas “derechos pre-constituidos” siguen en proceso de adecuación. En tanto que las cooperativas están prohibidas de asociarse con capitales privados extranjeros o nacionales.
Justiniano lamenta que desde las instituciones del Estado como la AJAM y la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT) den curso a permisos para la explotación aurífera y desmontes a favor de capitales extranjeros en complicidad con nacionales.
Reportajes de ANF develaron en 2018 la presencia de estos capitales extranjeros en la explotación aurífera en: “Chinas y colombianas explotan ilegalmente oro en la Amazonía con la fachada de cooperativas”, así como “Dragas chinas llegan a Cachuela Esperanza de la mano de empresa para explotar oro por 30 años”.
“El Estado nos está mintiendo. De balde tenemos estas entidades que deben reglamentar, porque las normativas establecen que no se debe destruir el medioambiente y la naturaleza”, reclama Justiniano.
El líder indígena sabe que la incursión a las actividades extractivistas les pasa la factura hoy a los Tacanas, a quienes se les cuestiona por una contradicción con su tradicional estilo de vida, pues deben usar mercurio para extraer el preciado metal.
Sin embargo, dice que es preferible que sean las comunidades indígenas las que se dediquen a la extracción aurífera a que sean los foráneos, sin ninguna conciencia ambiental.
“A veces alguien dice que hay una contradicción entre los propios indígenas sobre nuestro accionar en la vida cotidiana (…) porque si conservamos el bosque ¿Cómo es que hacemos minería? Pero no todos los indígenas hacemos (minería), algunos hermanos están obligados, porque si el Estado no nos atiende y no nos pone las condiciones de trabajo de vida, tenemos que hacer algo para alimentar a la familia”, explica.
La Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Tacanas II cuenta con cuatro comunidades: Puerto Pérez, Las Mercedes, Toromonas y El Tigre, no tiene titulación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), lo que la hace más vulnerable a las actividades extractivas promovidas desde el Gobierno, como la exploración y explotación hidrocarburífera, así como a los nuevos asentamientos.
El pueblo Tacana II analizará en una asamblea la toma de medidas ante estas amenazas que enfrenta hoy su territorio asediado por el proyecto de perforación hidrocarburífera en el bloque Nueva Esperanza, la explotación aurífera a gran escala, los avasallamientos de colonos y un proyecto carretero que se sobrepondría a su territorio.
“Vamos a empezar a hacer defensa de nuestra Amazonía, no hay que olvidar que en la reserva de Toromonas están los hermanos no contactados, hay pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario. Es terrible el impacto que provocará en ellos”, alerta.
FUENTE ANF
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