El yacimiento de Huanuni no ha dejado de dar problemas a la minería estatal.
Es de sobra conocido que las representaciones artísticas del minero boliviano incluyen una imagen lastimera del trabajador agobiado y depauperado, sumido en la miseria, económica primero y moral luego. Es probable que tales estereotipos no necesariamente coincidan con la realidad, pero en los hechos ayudan a entender por qué Huanuni se ha convertido en un nido de ladrones.
Desde los trágicos sucesos de 2006, cuando cooperativistas mineros se enfrentaron con trabajadores asalariados de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) por el yacimiento del cerro Posokoni, el yacimiento de Huanuni no ha dejado de dar problemas a la minería estatal, sobre todo porque con el paso de los años se han ido formando grupos delincuenciales que se dedican al robo de mineral, ora en las entrañas del yacimiento, ora en los sitios donde se acopia el estaño.
Lo que siempre fue una execrable práctica llamada “juqueo” (por jucus, denominativo quechua que se le da a los ladrones de mineral), aparentemente se ha ido convirtiendo en un modus vivendi para cada vez más personas en el pueblo minero, al extremo de que este ilícito representa pérdidas multimillonarias para la Empresa Minera Huanuni (EMH), situación agravada por extremos como el de días atrás, cuando un grupo de jucus se enfrentó con armas de fuego a fuerzas militares que custodian el yacimiento.
El lamentable suceso, que costó la vida a cuatro ladrones y dejó heridos a dos uniformados, sirvió para confirmar la sospecha de que se trata de grupos no solo armados, sino además bien organizados. Días después se informó que estos ladrones de mineral han creado cooperativas mineras “fantasmas” que venden el fruto de su latrocinio como si lo hubiesen obtenido de manera legítima. El Fiscal Departamental de Oruro sostiene que existen al menos 20 de estos grupos, que hacen negocios en la ciudad de Oruro y en Llallagua.
Según los datos que se conocen, hay al menos 34 grupos de jucus, cada uno con entre 70 y 100 miembros, que aparentemente tienen cómplices entre los mineros que trabajan el yacimiento y dejan las cargas de mineral al alcance de los ladrones. De ahí que se anunció la convocatoria del Gerente General de la EMH para que declare en la Fiscalía orureña qué tipo de seguridad existe en los predios e interior mina.
Hay, pues, muchos problemas en Huanuni, y éstos se agravan en cuanto sube el precio internacional del estaño, principal producto de la EMH. Si no es la miseria económica la que agobia a los mineros asalariados de las cooperativas y de Comibol, induciéndolos a cometer el delito, es la miseria moral de quienes se deben estar enriqueciendo con el descarado, y hasta ahora incontenible, robo de mineral e incluso equipos de trabajo. Hace falta mucho más que decenas de militares custodiando el yacimiento, urge trabajar la educación de todas las personas, así como darles las mejores condiciones de vida posibles.
FUENTE La Razón
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